Esos ojos que dicen mucho…

Cuando elegí venir al mundo, ya sabía que iba a ser mujer.
Mi padre en esa época quería que sea ¡un gran varón!… pero no como la canción de Willie Colón, si no uno que, supongo yo, le de ese orgullo de decir «es varón» así que yo necesitaba ser recursiva…

¿Qué hago? ¿Qué hago?

Y bueno pensé: voy a darle la mejor mirada de mi vida. Mis ojos lo conquistarán a tal punto, que se olvidará que necesitaba un hombre, un boy, un qhari (hombre en quechua).
Me imagino su decepción, de hecho se que así fue cuando le dijeron es una ¡niña!… Yo gritaba… espera… tómame en tus brazos y después me ¡¡¡contarás!!!
Hasta que asi lo hizo y yo, puse la mirada más tierna, amorosa, coqueta, de la vida, y seguro algunos de ustedes dirán ‘la mayoría de bebés nacen cerrados los ojos» pues soy la excepción… mis ojos a decir de mi madre parecían capulies o faroles, abiertos, luminosos y demasiado expresivos.
Literal, lo digo sacando pecho: derretí a ese hombre.
Después de esa experiencia supe que podría aprovechar este recurso para estar en la vida hablando no sólo con la boca sino con los ojos.
Después llegó la frase: «los ojos son el espejo del Alma» y tuvo más sentido su función.
Durante mucho tiempo me olvidé de este recurso hasta que mi pareja de dijo tienes unos ojos coquetos, risueños, tristes, reilones y volví a recordar su gran fuerza.
Hoy por hoy nuestros ojos son nuestros recursos en este tiempo de pandemia, si aún no te has dado cuenta, ya hablamos por los ojos… y revisa un poco, cuando te encuentras con conocidos que están enmascarados los reconoces solo por mirarlos.
Así que creo que algo ganamos en este confinamiento y es ver a los ojos a la persona, a su alma.
Si aún no lo has percibido, solo te invito a mirar este detalle.
Mirar, cuanta falta nos hace.
Decir «te veo» como la frase más hermosa en la pelicula Avatar.
Te veo, veo tu corazón, tu grandeza, tu pequeñez, tu humanidad; te veo.
No pasemos la vida sin mirar, sin mirarnos.
Los ojos son maravillosos recursos que tenemos para definir quienes somos en esencia.

Te veo… ¿y tú me has visto realmente?

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